Las
palabras, fino arte,
causa
de muchos de mis desvelos,
puedo
jugar con su orden,
con
su orden jugar puedo.
Puedo
moldearlas, reparar errores,
hacer
rebosar tu alegría,
capturar
las adecuadas
en
una dulce poesía.
Pueden
llegar a tu corazón
más
rápido que una espada,
si
la mente del que las dice
se
encuentra bien afilada.
Hacerte
suspirar
como
el aroma de una rosa,
más
aún si se domina el verso
casi
tanto como la prosa.
Pueden
llevarte a otro mundo,
donde
no existan problemas,
donde
estemos tú y yo solos
abrazados
en la arena.
Mis
labios pueden ser manos,
y
mis palabras caricias,
si
te tocan, ten cuidado,
pues
su suavidad envicia.
Y
ese delicioso vicio,
que
quiero sentir de tu parte,
ocurre
cuando las palabras
se
transforman en un arte.
Lo
importante no es apresarlas,
ni
de ellas ser preso,
pero
ya basta de palabras:
ven
aquí, dame un beso.
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