Tú,
que eres mi Eva,
sabrás
lo que la manzana hace,
cuando
la tentación avanza
vestida
de elegancia y clase.
Aquí
estoy yo,
cayendo
en mi propia trampa,
bajo
mi propia lluvia,
lluvia
que no escampa.
A
lo lejos, tu silueta,
bajo
un paraguas negro,
"¿Qué
has hecho?" me preguntas.
Yo, sólo con verte, me alegro.
En
mi espalda, una cruz,
de
tu cuello pende un dado,
en
mi mente dando vueltas
un
"te necesito a mi lado".
Un
demonio sonriente
que
con su manzana llega.
"Estás
débil, yo te cuido"
es
lo que él alega.
Envuelto
en una ilusión,
de
alcohol, conmoción y veneno,
intenta
tocar mi corazón
un
profundo desenfreno.
Prosigo
aquí, bajo la lluvia,
mezclando
gotas con dolor,
y
en el medio de las nubes
aparece
un resplandor.
Caminando
a tu lado
mis
problemas son un chiste,
se adhieren a mi ropa,
y
tus manos me desvisten.
Sedúceme,
muerde mi cuello,
tú
más que nadie eres testigo,
que
para mí tu ombligo
es
el mejor de los abrigos.
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