Se
despierta sobresaltado
al
fondo de un oscuro mar,
rosas
negras por un lado,
en
el otro el altar.
En
sus manos, oxidadas cadenas,
al
igual que en sus pies,
y
una niebla tenebrosa
se
desliza por doquier.
Sus
espadas, en el suelo,
lejos
de su alcance,
y
su amada a lo lejos
envuelta
en un profundo trance.
Las
sombras de cazadores
en
el agua y en la arena,
contemplando
atentamente
la
llegada de la cena.
Brotan
lágrimas de sus ojos,
que
se mezclan con las aguas,
el
dulce de un cuerpo
que
aún con la sal no se daña.
...Pues
un caballero llora,
si
sus sentimientos afloran...
Con
un movimiento brusco,
su
amada despierta.
su
llanto se detiene
pues
al menos no está muerta.
Ella
intenta liberarlo,
sus
hermosos ojos desorbitados,
pero
no tiene fuerza suficiente:
las
cadenas a su piel se han abrazado.
Una
rosa se posa en el altar
como
llevada por una brisa,
y
una mujer en el lugar
sentada
se materializa.
Sus
cabellos y ropa negros,
su
mirada roja y asesina,
su
elegancia se hace notar
cuando
se levanta y camina.
...Pues
una dama controla,
si
sus cualidades afloran...
Las
criaturas del mar
parecen
seguir sus pasos,
y
cuando tocan a la dama,
son
hombres armados, hombres descalzos.
Son
hombres sedientos,
con
odio ajeno,
y
el que yace en las cadenas
ya
no está sereno.
...Pues
cuando el peligro acecha, incluso un demonio que esté de tu lado, es un
aliado...
Se
deja llevar,
como
mecanismo de defensa,
y
sus brazos, sus venas,
las
cadenas se tensan.
Un
grito desaforado,
rompe
el molesto silencio,
un
hombre con cadenas rotas,
con
la batalla hace encuentro.
...Pues
un hombre destruye
Cuando
la justicia de él huye...
Envuelto
en pétalos rotos
sangre
enemiga que se derrama,
cierra
los ojos para dormir,
sueña
que despierta en una cama.
...Procura
que tu sonrisa esté impregnada de ternura, para que nadie espere tu ataque...
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