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domingo, 6 de abril de 2014

El río (28 de Febrero. 2014)

“Siempre, la multitud de tu hermosura” Jorge Luis Borges.

         Murmullos y nada más se pasean por la grama del borroso campo visual, lo poco que puede abrirse paso en el espacio sobrante que deja el ensimismamiento.
        Pesadillas opacadas por sueños rotos que impregnan con sus pedazos las aguas estancadas de un río escarchado.
        Hace no mucho tiempo, bastaban unas gotas del mágico caudal para disipar toda herida, todo vestigio de pensamiento impuro. Ahora queda simplemente una reliquia atacada por el polvo y un ácido negro.
        Quince pasos forman la rutina de verse reflejado en la lámina opaca. Hoy doy uno más, y me zambullo en la gelidez, en el venenoso mundo paralelo que aprisiona mis oídos y me calla, y me ahorca… y enciende mis ojos en el fuego verde de tu omnipresente hermosura.
        Caen, uno a uno, los siete pilares que a duras penas se mantenían con vida bajo aquellas aguas. Mis pies descalzos hacen contacto con el fangoso fondo de tal inmensidad.

 Acostado boca arriba, con un sol ondulante y naranja que se oculta a lo lejos, saboreo los delicados restos de pureza que van llegando con el movimiento del líquido, y reconozco antes de perder el conocimiento que, lentamente, el estanque comienza a purificarse, a ser un río de nuevo.

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