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domingo, 27 de julio de 2014

Con las palmas de mis manos (21 de Julio. 2014)

"Yo tan sólo sé, que el poema perece, lo inmortal es la poesía" Miguel Ángel Nieves - Octanos.

¿En qué momento me quedé viendo tanto rato las aspas del ventilador que aprendí de ellas?

¿En qué momento me convertí en alguien que da vueltas incansablemente, con gran rapidez, y siempre está, irremediablemente, en el mismo sitio?

¿En qué momento comencé a darle fuerzas al aire que respiran los otros y olvidé que no puedo pasar mucho tiempo conteniendo la respiración, que mis pulmones están cansados?

Son dudas cuya respuesta no vale la pena buscar ya.

Ya llegó la niña, con la curiosidad resplandenciéndole en los ojos, y es probable que se haya hecho daño, o no sé si llora por otra cosa, pero con un pequeño dedo con el que me señaló y luego quiso tocarme, me frenó en seco y me arrojó en la cara una lluvia de "reacciona" que se coló por todas las grietas que venía escondiendo (o en las que me venía escondiendo) con tanta determinación.

Y diría que te conozco como a la palma de mi mano, pero mentiría. No sé cuántos lunares hay en la palma de mi mano, ni cómo le gusta que le acaricien. Tampoco sé cuándo está feliz o cuándo está triste, si se siente incómoda, si tiene frío o si quiere un beso.

Te entrego esta docena de soldados moribundos, de soldados que pronto perecerán. Los sostengo con las misteriosas y desconocidas palmas de mis manos y van saltando uno a uno a las tuyas.

Espero que siempre puedas adivinar lo que voy a decir antes de que despegue los labios. Así me ahorro las palabras y las convierto en ágiles renacuajos que terminan fecundando las misteriosas y desconocidas palmas de mis manos, que paren a duras penas estos soldados moribundos con un toque de inmortalidad en la frente.

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